Luego de 30 años de auge de la
globalidad, desde principios del siglo XXI, en especial luego de la crisis
financiera-económica mundial desencadenada en 2008 que pareciera no terminar de
mostrar signos de mejora consistentes y permanentes, uno de los grandes temas
de las agendas de cumbres y encuentros de importancia entre jefes de estados,
otros organismos multilaterales e inclusive administraciones tributarias de
diferentes jurisdicciones, se refiere a la forma como la tributación debe
aportar positivamente a la mejora del déficit fiscal y desequilibrio global del
PIB de las naciones.
Las múltiples discusiones y
encuentros suscitados, han evolucionado en acuerdos que pareciera serán la
pauta para el diseño de la arquitectura fiscal y tributaria mundial de los años
que se avecinan. Todo ello basado en soluciones multijuridiccionales
relacionadas con bases imponibles comunes consolidadas con repartos equitativos
tributarios entre distintos territorios, reduciendo de esta forma los márgenes
de maniobra de las multinacionales en la aplicación de fórmulas tributarias que
conllevan en la actualidad a bajas tributaciones.
En concreto, ya algunas
administraciones tributarias se encuentran enfilando de manera conjunta sus
baterías a la era de la transparencia fiscal internacional e intercambio
automático y estandarizado de la información, dentro del marco del cumplimiento
tributario voluntario o lo que es lo mismo: Impulsar la era de la Cooperación
entre Administraciones Tributarias, Contribuyentes y Sistema Financiero, con
Responsabilidad Social en aras de la Sostenibilidad.
Bajo estas premisas se pretende
incentivar el cumplimiento tributario introduciendo mejoras sustanciales que
conlleven la asistencia expedita y efectiva al contribuyente, así como, una
buena gestión de las administraciones tributarias. A su vez, se pretende llevar a cabo una lucha encarnada
contra el fraude y la elusión fiscal a través de un control y fiscalización
efectiva, de forma tal que el sistema fiscal y tributario sea eficaz,
funcional, equitativo y sostenible.
Por lo anterior, no es de
extrañar que en el último encuentro del G20 uno de los temas tratados se
refiriera al Modelo para la Doble No Tributación de las Multinacionales
Tecnológica (y otras), considerando el clamor de muchos sectores, los cuales estiman
injusto que en esta época de tanta pobreza, asfixia fiscal de la clase media,
pequeños y medianos comerciantes y altos índices de desempleo, las multinacionales
persistan en mantener recursos y mecanismos sofisticados de planificaciones
financieras nocivas y tributarias agresivas, apalancadas en la explotación al
máximo de vacíos legales existentes en las diversas jurisdicciones donde se
desenvuelven, sobre todo en lo referente a la subcapitalización, tratados de
doble tributación, regímenes de baja imposición fiscal, precios de
transferencia y manejo de ingresos y gastos que impactan las bases imponibles para
prácticamente "NO TRIBUTAR O TRIBUTAR MUY POCO EN LAS JURISDICCIONES DONDE
OBTIENEN BENEFICIOS".
Es importante acotar que según la
opinión de quien escribe, nadie debe poner en duda que hay que tener criterios
fiscales y tributarios que no desincentiven
la inversión, sin embargo, tampoco es
ética y moralmente aceptable que ante el estancamiento económico que estamos
viviendo, los grandes contribuyentes como las multinacionales, mantengan
estructuras y planificaciones fiscales que las aíslan de esta realidad, la cual
requiere el esfuerzo de todos, de forma tal, que se puedan recaudar adecuadamente
ingresos ordinarios necesarios para
cubrir un gasto público de calidad (seguridad, infraestructura, salud, empleo,
educación, deporte, cultura) que permita el desarrollo de las naciones y el
bienestar de los pueblos.
Una vez más mi reflexión es: ¿Las
multinacionales realmente son en esta época socialmente responsables con la
materia tributaria? ¿La manera de involucrarse con el problema no será parte
del problema?.